Tepic, Nayarit; 24 de febrero de 2022
Pedro López González, es un doctor en historia, originario de Xalisco, Nayarit. Investigador acucioso, sencillo, amigable y conocedor a fondo de la historia local, regional y nacional. A nivel de nuestras raíce étnicas, la etapa colonial, la era de la lucha por la Independencia, el México Independiente, las invasiones norteamericanas y francesa, el Imperio de Maximiliano, la Guerra de Reforma, la época de Don Benito Juárez, la etapa Porfirista, la Revolución Mexicana y más. Es un analista de archivos nacionales y en el extranjero, sobre todo de España. Con el Archivo de Indias y otros más que hay allá de la época de la conquista. Quien, de manera sencilla y amable, compartió toda esta información y más, con los miembros de la Unión de Columnistas y Articulistas de Nayarit – UCAN -.
HUAYNAMOTA, EN EL MUNICIPIO DEL NAYAR
Poblado, que, para llegar a él, las personas se embarcan en la Presa de Aguamilpa, para navegar por el embalse y luego, por el cauce del Río Santiago. Pero antes de la Presa, se viajaba en avionetas o por caminos difíciles, con una enorme cantidad de horas a pie o a lomo de remudas. Turismo local, nacional y hasta extranjero, va así a visitar al Cristo de Huaynamota. En el cual las personas tienen mucha fe. Los lugareños lo sacan en procesión, para pedirle que haga que las nubes lancen la lluvia a la tierra reseca, para poder sembrar sus alimentos. Se venera en ese poblado serrano, a una escultura de Jesús Nazareno, que data de 1768.
En la actualidad, la prelatura de esa zona, está buscando la opción de que se le conceda la autorización de una diócesis, que comprendería parte de la zona sierra de Nayarit, Jalisco y Zacatecas. Huaynamota en este Siglo XXI, tiene aproximadamente 1 mil quinientos habitantes aproximadamente. Sin embargo, el Siglo XVI y XVII, fue un centro minero muy importante, por su extracción de plata. Donde precisamente se iniciaba el “camino de la plata”, que corría desde ese lugar, abarcando la zona minera de Zacatecas, que pasaba por Jalisco y Guanajuato, hasta llegar a la Capital del Virreinato: la Ciudad de México. En cuyo trayecto, se padecían continuos asaltos a las diligencias, que llevaban esos valiosos cargamentos. Esos pueblos originarios, participaron en la rebelión conocida como “La Guerra del Mixtón” –o guerra del cerro, de las gentes de los cerros -, de los años 1541, que fue donde Pedro de Alvarado, perdió su vida, justamente en el Cañón de Juchipila.
En esa guerra, participaron los pueblos que los Españoles denominaban como “fronteros” de la Nueva Galicia. Fueron tribus que abarcaron esa zona serrana, pero igualmente lo hicieron etnias que estuvieron asentadas en Jala, Ixtlán, Ahuacatlán, Santa Ma. Del Oro y los Tecualis – de la actual Tecuala -. Esos pueblos fronteros, fueron contratados por las autoridades de la Colonia, para detener la invasión de los indios y pueblos del norte. Para que los pueblos apaches, mayos, yaquis y otras tribus del norte, no invadieran el centro de la Nueva España. Cumplieron con su función muy bien, pues eran pueblos muy eficientes en el arte de la guerra que manejaban esas tribus: el arco, la lanza, la macana, la honda.