Tepic, Nayarit; 9 de enero de 2025
Está documentado históricamente que, a principios de los años 60 del siglo pasado, un congresista de los Estados Unidos de Norteamérica (USA, por sus siglas en inglés), habría dicho ante sus congéneres que México era un trampolín para el trasiego de las drogas hacia su país y, se dice también, que el entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, había respondido que, para que haya un trampolín, tendría que haber una alberca; palabras más, palabras menos.
Así que se podría decir que el problema no es el transporte de drogas de un país a otro, sino el consumo, ya que no por nada muchos analistas y políticos mexicanos han dicho que en lo que más tendrían que poner atención los gobiernos de USA, es en investigar a fondo por qué la mayor parte de sus ciudadanos son adictos a cualquier tipo de drogas y más, últimamente, a las artificiales.
Se entiende que en aquellos años de los 60 predominaban más las drogas de origen natural como la mariguana, el peyote, la amapola, el opio, la adormidera y otras más, pues las artificiales dependían también en su base de las de origen natural, como la cocaína, la morfina y la heroína, drogas que como la mayoría en aquellos momentos eran más utilizadas en cuestiones médicas que para un consumo por puro gusto.
Sin embargo, y como está dicho y comprobado, es el mismo ser humano quien descompone todo lo que crea o descubre, así en un principio sea bueno y saludable, con el tiempo todo lo llega a descomponer. Así ha sucedido a través del tiempo, pue lo que en un principio se usó como complemento médico, pasado un tiempo se le busca el uso contrario al ver que determinado producto causa adicción entre quien lo usa; he ahí el muy emblemático caso del ahora famoso fentanilo que supuestamente se creó para mitigar los dolores que generan determinadas enfermedades y que ahora se usa prácticamente más para los adictos, aunque se siga utilizando en los hospitales, ya que se dice que el fentanilo resultó ser más eficaz que la morfina y la heroína, que se llegaron a usar en el ejército de los USA y que después pasó a las calles de la mayoría de las ciudades, incluso México.
Así que, por lo mismo, al menos en nuestro país campañas van y campañas vienen como prevención en contra del consumo de las drogas y claro, que no hay peor lucha que la que no se hace; sin embargo, la drogadicción en nuestro país no nada más depende de que haya campañas ya sea televisivas, radiofónicas y medios impresos, sino que la raíz habría que verla entre los mismos padres de familia, en la educación básica de valores que se reciben en todos y cada uno de los domicilios.
El problema vendría a ser que hoy en día hay padres de familia que se drogan delante de sus hijos y demás parientes y, cuando ven que sus hijos están siguiendo su ejemplo, algunos padres se escandalizan y tratan de poner remedio; pero hay otros padres que les vale un comino y no le dan importancia a la adicción que, por su mal ejemplo, están siguiendo sus descendientes.
Se entiende que para todo hay gente y que hay familias que sí ponen atención a lo que sucede con sus hijos, pero en ocasiones algunos de los hijos les hacen más caso a sus dizque amigos que a sus propios progenitores, pues se han visto casos en donde por más que un padre de familia les dice a sus hijos el mal que hace el consumo de drogas, más adrede lo hacen y más, si sienten algún tipo de rencor por el supuesto mal trato que recibieron por parte de sus padres cuando eran niños, por lo que la desobediencia a los consejos paternos los toman como una rebeldía y pues, a ver quién se friega. Obviamente que, quien se perjudica es el hijo desobediente que no hace caso a lo que le dicen sus padres, las campañas y alguna otra persona como a veces sucede lo hacen profesoras y profesores, amigos verdaderos o algún pariente que también se preocupa.
El problema en sí en cuanto a las adicciones, estas no se dan nada más con las dañinas drogas ya sea naturales o artificiales, sino que existen infinidad de adicciones en la humanidad muy difíciles de erradicar como la adicción a los azúcares de todo tipo, a las harinas, a los juegos de azar, al consumo de diversos productos de compraventa y hasta a pedir fiado; adicción al sexo y un largo etcétera que sería prolijo enumerar la infinidad de adicciones que padece el ser humano.
Y a propósito de azúcares, he ahí la adicción de una gran mayoría de mexicanos que tienen por los refrescos de cola sin importarles el fatal daño que causa esta bebida.
Sea pues. Vale.